Cerramos y abrimos los ojos y estamos ahí, en el viñedo, junto a ese hermoso bosquecito que nos da sombra en los días tan calurosos de enero y febrero.
Cuando ya baja el sol, nos disponemos a recibir a nuestros invitados, les proporcionamos todo lo necesario para que puedan vendimiar sus propias uvas. Sin dudas ésa será un experiencia inolvidable para ellos.